No podríamos hablar de una atención de calidad, de una atención integral, si descuidáramos algo tan importante como la faceta espiritual de nuestros residentes.

Multitud de investigaciones en envejecimiento apuntan a la dimensión espiritual como uno de los componentes de la salud. Tanto como la necesidad de amor, de afecto y de sentirse querido.

Somos conscientes de que espiritualidad no es sinónimo de religión, ni es ética, o conciencia moral. Que se trata de una vivencia particular que puede, o no, ser expresada dentro de la religiosidad.  Un elemento privado, íntimo y personal que puede experimentarse de forma diferente en las distintas etapas de la vida.

Por eso, desde el máximo respeto, procuramos propiciar en nuestros residentes el desarrollo, la vivencia y la expresión de su espiritualidad, en la forma y manera en que cada uno la sienta.

En este sentido consideramos una obligación el preocuparnos por saber cuál es esa manera y hacer todo lo que esté en nuestras manos para ofrecer ese tiempo y espacio necesario.

La misa mensual es un ejemplo de esta preocupación constante que desde Sant Cebrià tenemos por hacer de este centro una prolongación del hogar.

Virginia C. de los Santos

Fotos: Rebeca Ferré.